HERRAMIENTAS

 




CORRECCIÓN DE ESTILO, REVISIÓN EDITORIAL Y ASPECTOS IMPORTANTES EN LA CREACIÓN LITERARIA


Las siguientes son notas tomadas de las recomendaciones que el escritor Javier Zamudio comparte en Threads sobre escritura de ficción.



1. Precisión Lingüística. Es uno de los elementos determinantes de la pieza de ficción. Permite construir un universo “vívido y continuo”(John Gardner). Comprende:
  • Usar menos adjetivos, aprovechar los sustantivos para construir imágenes.
  • Usar todos los sentidos, no solo la vista y el tacto. Esto incrementa la experiencia humana dentro del texto.
  • Usar elementos singulares.
  • No olvidar el principio que rige su uso: es mejor mostrar que decir. “No me digas que la rosa es roja, muéstrame el rojo de la rosa”.
  • Combinar las descripciones precisas con uno o varios de estos elementos: acción, habla, pensamiento y apariencia.

Ejercicio: reescribir el siguiente fragmento con mayor precisión, usando los cinco elementos expuestos: “Luis miró a Lucia con rabia. Se sentía abrumado, triste. Pensó que no quería estar allí. Abrió la puerta y salió sin despedirse”. Propuesta de Gladys Peña: “Luis giró la cabeza y la buscó en el mínimo espacio de un segundo, con los puños cerrados, con la palabra entre los dientes. No encontró a quien amaba, vio a quien lo sacaba de quicio. La reacción urgía, olía a veneno, peligraba la calma. Entonces decidió responder y se fue en silencio.”
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2. Comprimir acciones. Se deben comprimir acciones que no son significativas y que pueden inferirse. En vez de: “Jeison regresó a mirar a su madre y no le contestó”. Podría decir: “Jeison miró a su madre y no le contestó”. De hecho, dependiendo del contexto, podría ser: “Jeison no contestó a su madre”, “Jeison guardó silencio”, o, simplemente, "Jeison no contestó". No hay que olvidar que la escritura de ficción es un juego de intensidades. En cada acción se establece una intensidad, porque lleva el lector a poner el foco sobre ella. Hay que llevar al lector a las acciones significativas y omitir aquellas que pueden inferirse.
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3. Obviedades. Son elementos que pueden inferirse claramente dentro del texto; restan claridad al mecanismo narrativo. Miremos este ejemplo, extraído de uno de los manuscritos que revisé alguna vez: “Sueño con ladrillos, con paredes que se desintegran y me aplastan. En el sueño soy la protagonista y la espectadora”. Hay varias obviedades en estas dos frases, un problema de uso correcto de una palabra (desintegran) y un automatismo. Veamos las obviedades. Por un lado, están las palabras “paredes” y “ladrillos”, que está en función de “aplastan”, y hacen referencia a lo mismo, por lo que podríamos eliminar la primera. Bastaría con el uso de “paredes”. De igual manera pasa con la siguiente parte de la frase, bastaría con el uso de aplastan. Es decir: “Sueño con paredes que me aplastan”. (Lo que se desintegra se pulveriza y no puede aplastar). Si las paredes aplastan al personaje es porque caen sobre él. Estos elementos que se quitan pueden inferirse. Es cierto que el material de las paredes no puede inferirse, pero esto no parece ser lo importante de esta frase, dado que todo el foco está puesto sobre el hecho de que en el sueño las paredes aplastan al personaje. Si queremos, intencionalmente, aclarar el material, sería prudente ser más precisos, no usar automatismos o descripciones fáciles, que es lo que ocurre con la relación entre “ladrillos” y “paredes”. En la segunda línea las obviedades son más evidentes: es claro que la persona que sueña es protagonista y espectadora. Si lo sueña es espectadora, si lo vive en el sueño es protagonista. Toda la línea puede eliminarse.
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4. Repeticiones. No son solo palabras, también ideas, escenas, etc. “Mi madre me crio de esa manera, en una intensiva preparación para huir de la catástrofe y de los peligros. Crecí pensando que evadir al mundo, confinada en las entrañas de mi habitación, sería la mejor opción para llegar sin rasguño alguno al final de mi existencia”. El anterior fragmento está compuesto de dos partes que hacen referencia al modo en que creció la narradora. La primera, con menos precisión, ofrece un detalle que falta en el segundo. Además, de que usa dos palabras que, aunque no son sinónimos, hacen alusión a lo mismo: catástrofe y peligro. Ambas partes pueden sintetizarse para eliminar las repeticiones. Veamos dos opciones de las muchas posibles: “Mi madre me crio alejada del mundo, confinada en las entrañas de mi habitación, como si esta fuese la mejor opción para llegar sin rasguño alguno al final de mi existencia”. “Mi madre me crio en una intensiva preparación para huir de la catástrofe, confinada en las entrañas de mi habitación, como si esta fuese la mejor opción para llegar sin rasguño alguno al final de mi existencia”. Es importante eliminar las repeticiones en el texto narrativo, dado que afectan la claridad y la fluidez.
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5. Automatismos. Son palabras o frases que no aportan a una descripción por su falta de precisión. “En él habitaba la miseria, pero no una miseria desconocida sino una miseria humana”. Además de que esta frase podría sintetizarse y que esa comparación que se genera entre “miseria” y “miseria humana” es confusa. La palabra no aporta mucho a la descripción por ser demasiado general. La precisión agrega singularidad y nos permite agregar valor a la narración. Aquí la miseria, dentro de las muchas acepciones, hace referencia a la perversidad o maldad humana, como parece por la última frase. Lo mejor, entonces, es mostrar este rasgo en vez de solo decirlo con una palabra que no aporta mucho. Se llama automatismo a este error, debido a que muchas veces creamos descripciones sin precisión de manera automática.
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6: La estructura. En el cuento todo gira en torno a una tensión que se privilegia. En la novela hay varias tensiones que encontrará el personaje y lo irán transformando. Esas tensiones van creciendo hasta un clímax, luego disminuyen, pero no deben desaparecer. Estos esquemas o figuras ejemplifican la estructura del cuento y la novela.


Las estrellas son tensiones. En el cuento todo gira en torno a una que se privilegia. En la novela hay varias tensiones que encontrará el personaje y lo irán transformando. Esas tensiones van creciendo hasta un clímax, luego disminuyen, pero no deben desaparecer. La literatura es un juego de intensidades o tensiones narrativas. La trama es la fuerza que organiza esas intensidades en función de una tensión privilegiada (en el cuento) o en función de los personajes (en la novela).
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7: Muletillas. Son palabras y acciones que se repiten hasta el cansancio. Por ejemplo, que todos los personajes antes de hablar tengan que encender un cigarro. Recuerdo un caso de una novela sobre la que escribí un informe de lectura. El autor sentaba a todos los personajes en el borde de la cama. Todos. Era desesperante. Le dije en el informe que había otros lugares donde sentarlos. Es un error bastante automático. Hay que estar alerta.
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8: Los personajes.  Si hay algo tan importante como la estructura en un texto narrativo, son los personajes. Sin los personajes no hay texto de ficción, dado que son los encargados de poner en funcionamiento todo el mecanismo. Hay cuatro elementos esenciales que deben considerarse al momento de construir y desarrollar los personajes: 
  • Los personajes necesitan motivación. De hecho, esto no solo es importante para la construcción del personaje, sino para la construcción de la trama. Un personaje que no tiene ninguna motivación, no tiene utilidad dentro del mecanismo narrativo. La búsqueda del amor, el deseo de venganza, la búsqueda de un tesoro, el deseo de libertad, el deseo por la cosa más trivial, etc., son elementos que ponen la trama en movimiento.
  • Hay que construir personajes complejos, ambivalentes, donde se refleje la multiplicidad, lo bueno y lo monstruoso. Hay que pensar en que los mejores personajes son espejos de nuestra humanidad. Buscar la ternura en la maldad y la maldad en aquellos seres bondadosos. Siempre pongo el ejemplo de un joven que conocí en mi ejercicio periodístico, era asesino a sueldo, pero un gran hijo. No dejaba de pensar en esa combinación. La singularidad es todo para el personaje.
  • Es importante cuidar la coherencia del personaje. ¿Qué significa esto? Hay que establecer un vínculo entre la descripción del personaje, indicios en la trama y sus acciones al final. No se puede pasar de santo a asesino sin comprender las motivaciones, las fuerzas que lo conducen. Hay que incorporar elementos, disparadores, aunque sea sutilmente.
  • Hay que cuidar el registro y el tono. Esto es esencial para la verosimilitud si el personaje es narrador testigo o en los diálogos. El modo en que habla el personaje debe ser coherente con su educación, su ideología, etc. Traten de desarrollar a los personajes.

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LECCIONES SOBRE EL CUENTO


Las siguientes son notas tomadas de las recomendaciones que el escritor Javier Zamudio comparte en Threads sobre escritura de ficción.


  1. Un cuento es un sistema solar. En el centro, como un sol, hay un núcleo, que es el punto más intenso. Este puede ser una pregunta, una imagen, un problema, una atmosfera. Girando alrededor de este cuerpo celeste están los personajes, el narrador, los objetos, el entorno, y, en su forma conjugada, las escenas. Este núcleo, que sobresale por su intensidad, siempre va en la primera página. En todo gran cuento se respeta esta estructura.
  2. La trama es la energía organizadora. Ella se encarga, con su fuerza gravitacional, de que cada elemento gire alrededor del núcleo. El escritor o escritora será el encargado de manipular esta fuerza.
  3. En un cuento pueden manifestarse diferentes intensidades; si no se controlan, si no se restringen y alguna no se privilegia, puede que no logremos contar una historia. Imaginemos un cuento cuyo núcleo inicial sea la muerte del padre. En cualquier caso, ya sea el padre un ser amado u odiado, este sol brilla con muchísima intensidad. Ahora, imaginemos que uno de los hijos debe encargarse del funeral. Sin embargo, tiene un accidente y es conducido a un hospital. La intensidad se ha trasladado de la calamidad con el padre a lo sucedido con el hijo, y ya no sabemos claramente de qué va la historia.
  4. No es necesario decirlo todo. Esto no significa dejar preguntas abiertas. La clave está en dejarlas de manera velada, para ese oyente invisible que entenderá el mensaje cifrado al final de la historia. Usualmente esto se consigue sin buscarlo, porque toda historia tiene un elemento oculto, algo que ella desconoce, como sucede con nuestra vida. El escritor o escritora aprenderá en la experiencia a manipular esto a su antojo.
  5. Toda pieza de ficción es un puente a un mundo con sus propias reglas. Si trasladamos esta afirmación al cuento, podemos decir que en él todo es cierto, todo es posible. Toda ficción es real. Esta premisa es fundamental, sin ella no hay verosimilitud. Llega un momento en que la técnica no interviene y se pasa a descubrir con los personajes de qué va la historia.
  6. Un cuento es un cuarto de San Alejo con dos puertas, una por la que el lector entra al iniciar la lectura y otra por la que sale cuando la concluye. No está iluminado, por lo que el lector depende de la precisión lingüística del relato para transitar. Si se tropieza muchas veces, tomará la decisión de abandonarlo. La clave está en usar todos los sentidos para construir un relato vívido y continuo, en el que se conjuguen la acción, el habla, el pensamiento y la apariencia.
  7. En la escritura es importante comprender que la obra de ficción es un símbolo en el que se desarrolla un universo que no pertenece a nadie concreto, sólo a sí mismo. El autor es un medio. Los lectores también. En ambos hay un proceso de descubrimiento. El primero se descubre a sí mismo y a ese otro, objeto intangible, que se desarrolla en un cuerpo (sea página o libro), y que emerge con autonomía. El escritor o escritora es testigo de este nacimiento. El lector realiza un descubrimiento similar, pero su proceso es distinto, porque en la lectura nace un nuevo significado que suprime al primero.
  8. Lejos de la prescripción de ideas o teorías, el cuento está para mostrarnos un retrato del mundo y sus pulsiones (humanas o no humanas). No pretende vendernos una concepción del bien o del mal. No quiere que nos afiliemos a un partido político o a una religión en particular. Lo que no significa que los personajes prescindan de esto. Tampoco significa que el lector saldrá ileso en términos ideológicos o morales. El buen cuento transforma sin proponérselo. El escritor o escritora solo debe ser un puente para que se manifieste.


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