CORTOS





EL ROSAL

Escucho un grito. Es Pablo, estrenando pasos, está fascinado con las rosas de la casa de enseguida. Corro, pensando lo peor. Juan, el vecino, ya lo trae en brazos a la casa. Alicia, su esposa jardinera, me mira con odio desde la puerta. Juan hace morisquetas y el bebé carcajea. Se acerca y lo entrega con delicadeza. En un segundo, Juan roza mi mano y sonríe apenas, agradeciendo el momento en que dimos inicio a todo esto.

20241004



CLONADA

Mimislandia cerrará las puertas.  El club de la exitosa reguetonera Mimisma, atendido por cien copias genéticas de la artista, no alcanzó los resultados esperados después de años de continua capitalización.  El gobierno sigue de cerca la reubicación de los mimislandesas.  Las primeras en ser reubicadas han sido las chefs del famoso restaurante del club, contratadas por un grupo de inversionistas anónimo para el montaje de un nuevo y disruptivo negocio que se llamará “Las recetas de la abuela”.

20240616



GARANTÍA

Seguí insistiendo sobre la garantía y al final pude encontrar respuesta por WhatsApp desde Turquía. El vendedor me decía, en un inglés salpicado de turco, que conservara la lámpara, que era genuina aunque ya no había nadie en ella; que eso de que el genio concediera deseos siempre había sido un mito. Me invitaba a la reflexión: ¿Cómo podría tener capacidad de conceder deseos alguien que no podía liberarse por si mismo de una lámpara, esperando por siglos a otro para que la frotase?


20240609



INGENUO

Queriendo tener un bello recuerdo de Estambul recorrí con paciencia las galerías del Gran Bazar. En medio de la joyería, cojines y tapetes, vi la lámpara del genio en el rincón más inesperado. Era intimidante. Más pequeña de lo que esperaba y asequible.  El vendedor dijo que me asegurara de usarla solo cuando fuera estrictamente necesario. Que luego de frotarla tres segundos aparecería la genial solución a mis problemas. Por la alegría, no tomé los datos de la tienda y ahora no sé a donde ni a quién reclamarle garantía.

20240606



MUÑECO 

¿Poliéster? ¿Era mucho pedir que fuera cien por ciento algodón? Bueno, habían advertido que el conjuro tenía problemas en los detalles.  El rostro me sorprendió también.  No me gustan esos ojos aterrados que tienes.  Si yo hubiera hecho esto muy seguro de que hubiera quedado mejor. ¡Ay Ramiro!  Quién te manda a querer dejarme.  Lástima que no podamos hacer nada para que ese trapito rojo, que hace de tu boca, esté menos callado.

20240531



AMOR

El ambiente del arrecife se encendía más los viernes. Los delfines se embriagaban con las excreciones especiales que preparaba Lucía en la taberna. Cuando ella daba la espalda, los clientes susurraban admirados con su bella y provocadora aleta de cola. Sin embargo, Lucía suspiraba en secreto por la especie coli-bifurcada que a veces rondaba el lugar. Los delfines ancianos aseguraban que podía disparar lanzas a lo que se le atravesara. Ella sentía que su corazón estaba preparado para eso.

20240524



EL INTRUSO 

Te juro, mi amor, que no es lo que piensas. A este hombre nunca lo había visto. Hace rato sentí que tocaron la puerta, medio dormida, abrí y pensé que eras tú. Hasta ahora vengo a darme cuenta de que no. Si hasta ronca, resopla como tú lo haces. No me digas mentirosa. No me digas cínica. Bueno, sí: despistada. ¿Y el cauchito en la alfombra? Vaya uno a saber este sin vergüenza de dónde viene.


20240509



CAUCA

Todos los viernes en Threads propongo la temática para un microrrelato.  Es una actividad divertida en la que participa gente de varios países.  Pero esta semana estoy bloqueada.  Temo repetirme entre historias de payasos y borrachos. Salgo al balcón y respiro el aire caliente y húmedo.  El río, crecido por las últimas lluvias, se mueve sereno, llevando un gallinazo que picotea mientras está montado en algo.  Minutos después, la motivación para la historia de esta semana tiene cien “me gusta”.

20240509



DESPERTANDO 

Es madrugada y hago el menor ruido posible. No quiero despertarla. Después de unos minutos, ella se levantará para afrontar su jornada. Eso sí, hoy no usará mis pantaloncillos. Los busco en su cajón, pero mi mano siente algo muy diferente a la sedosidad que esperaba. Miró atento en la penumbra y confirmo: está cargada. Un deseo incontenible surge, apunto a su cuerpo en la cama, a la altura de su cabeza y disparo. María se para de un salto. Su rostro mojado maldice mientras me ahogo en carcajadas.

20240503



LA PLAYA

Laura despierta con el cuerpo semienterrado en la arena. Unos cangrejos corren para evitarla. Se da cuenta de que esos malditos han estado jugando con ella. Aun mareada, quizá, por el exceso de Tere, el delicioso anisado dulzón que prepara su novia, trata de recordar lo ocurrido. Sus ojos sufren por el sol que está alto en el horizonte. Oye a las olas, unos graznidos lejanos y los toques que las patas de los cangrejos hacen sobre la arena: son los sonidos de una tumba junto al mar.

20240427



ACOSO

El contador de la aplicación de mensajes de texto mostraba dos cifras. “Desgraciados bancos”, pensó. Con temor revisó los registros: esos acosadores usaban diferentes cuentas. Había una nueva. “Podría ser él”. Devolvió la llamada impulsivamente. Nadie contestó. Estaba revisando WhatsApp cuando el nuevo número se mostró en la pantalla. “¡Aló!”. “¿Señora Juliana González?”. “Malditos”.

20240419



PIRINOLO

Los aplausos y las chiflas son estruendosos. Todos quieren tomarse una foto con el payaso que ha hecho una representación tan graciosa de magia fallida. Pero, él huye. Algunos advierten un toque escatológico en los efectos sonoros que acompañaron los números. Ya en la calle, liberado de todo lo que, sin poder contener, salió de su cuerpo, el artista borracho lidia con una pequeña caja negra. En el falso fondo, una paloma blanca aplastada, lucha por salir a tomarse el aire.

20240412



QUÉ BELLO

La imagen de su cuerpo en el espejo le pareció hermosa. Se miró de perfil y pensó que lo era aún más. Con su toalla gris enrollada en la barriga, su figura iba bien con el orden victoriano de su cuarto. Tomó el celular del tocador. Era uno recién comprado de esos con decenas de funciones. Le costó abrir la cámara. Apuntó al espejo para capturar la belleza que contenía. La toalla calló al tiempo de un sonoro click. Espantado e impotente, vio aparecer en la pantalla dos chulitos azules.

20240405



TRAUMA

El paciente llegó en la noche a las veinte treinta en estado de profunda inconsciencia. Sobre el hematoma gigante en la frente la radiografía no evidencia fractura. Despertó desorientado en la mañana y no reconoció el lugar. Se le informó que está en observación. Fue necesario atarlo porque no quiso colaborar. Dice que lo último que recuerda es que después de irse de una fiesta, entrando a su casa, un objeto negro, plano, redondo y metálico, se aproximó a su cara a gran velocidad.

20240328



LA PODA 

El médico captura la atención de la niña mirándola fijamente; se aproxima a su cara y le habla con voz aguda y haciendo muecas de payaso. La criatura no se entera de que el hombre ha tomado una inmensa tijera con la que hace un corte seco y rápido. Yo sé que la poda no duele, pero igual me estremezco. Las ramas y las hojas caen. La niña llora y corre a mí luego de ver lo que hay en el piso. El médico se va al escritorio mientras dice: “Sigamos con las gotas. Nos vemos en un mes”.

20240322



LUZ ETERNA 

¿Cuántos pasos debo dar antes de alcanzar la luz? Me fatiga la carga que llevo mientras camino en esta gran plaza. Parece que fue ayer que comenzó esto. Agobia no avanzar. Cada cierto tiempo, un ser blanco y radiante se me acerca volando desde el horizonte. La primera vez, sentí alivio al creer que era compañía. Los remolinos de aire que salían de sus alas me dieron frescura. Pero lo único que ha dicho todos estos siglos, señalando con un índice larguísimo, es: “Señora, siga por aquí”. Entonces cambio el rumbo y vuelve todo a ser lo mismo.




EL JUGUETE PREFERIDO

Una niña entra lentamente a una casa portando un cuchillo en su mano. Sus pasos dejan marcas de barro y sangre mientras sube a la segunda planta. Se detiene junto a una alcoba. Suavemente, empuja una puerta que chilla espantada. La luz tenue de una ventana ilumina a alguien que duerme en la cama. Es una mujer que ahora se mueve. Un presentimiento la alerta. Soñolienta, levanta la cabeza para mirar a la puerta. Al mismo tiempo que sus ojos cambian de tamaño, se oye un grito agudo y potente que llena la habitación: ¡Cooorten!




DOLOR INMENSO 

¿Sabías que el diámetro del Sol es cien veces el de la Tierra? ¿Te parece inmenso? El del agujero negro supermasivo más grande conocido es millones de veces mayor. Pues eso no es nada comparado con la mejilla del pobre Jorge. Esta mañana, al despertar, encontré su rostro suspendido en una expresión tranquila. Sus ojos vidriosos miraban dos muelas ensangrentadas ubicadas en la almohada. Desde el fondo de mi ser le dije: “Cariño, descansa en paz”.




DINOS

Daba pánico observar cómo ese pequeño pariente de dinosaurio estaba siendo devorado con furia. Sentí la amenaza de que las dentadas de mi compañero más grande pudieran empezar a disfrutar de mi brazo. Teniendo cuidado de no sobresaltarlo, me alejé un poco. Yo también hacía lo mío, aunque con más calma. La mirada del depredador se perdía en el infinito mientras los últimos huesos se amontonaban sobre la mesa. Unas bolsitas ámbar, que habíamos ignorado, decían en la etiqueta: miel. Era demasiado tarde para usarla.




ADIOS 

La puerta hizo un ruido seco. Luis volteó y miró a Lucía con un gesto suplicante. Se sentía abrumado. Una lágrima inevitable emprendía un viaje por su mejilla. Deseaba no estar allí. Abrió un poco la puerta; suspiró profundo; una opresión infinita empezó a hacerse tolerable; sacó su dedo palpitante; la uña ennegrecida apareció reclamando un grito. Luis salió, mudo y pálido, sin despedirse.




PERDIDO

Vi el pulgar a la distancia. Si no supieras lo ocurrido, dirías que fue puesto de medio lado para que reposase en la tarde sobre el césped. El corte era limpio y su apariencia hermosa. El dolor punzante de mi mano derecha lo reclamaba. Me acerqué y lo tomé con delicadeza. Era extraño sentirlo tan libre. De rodillas, y con mucho esfuerzo, lo envolví con delicadeza en un pañuelo. Cuando me disponía a marcharme, vi el índice que me señalaba la ruta que debíamos tomar.

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CUENTO DE NAVIDAD 

Algunos ovejeros impresionados corrieron a sus chozas desde donde observaban una luz intensa que caía de lo alto y alumbraba directamente la pesebrera. Otros se estrujaban tratando de ver algo. Más cerca, podía verse un hombre con un callado, barbado y sesentón; vestido con una saya oscura; sujetando un asno nervioso con una mano y solicitando que se retirasen de la puerta los curiosos que no habían pagado para entrar a la función. De pronto, un sonido grave y corto se escuchó y una lluvia de vidrios y oscuridad cayó del cielo. El viejo del callado levantó la cabeza y gritó impaciente: “¡Hijueputas! Me dejaron sin reflector. Señores, fue todo por hoy”. Y dirigiéndose a alguien dentro de la pesebrera: “¡María, guarda ese muñeco y ayúdame a recoger todo que nos vamos en la mañana!”.

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"...Y LA ÚLTIMA” 

Al llamado de la ama de llaves un hombre con aspecto de guardián apareció. La mujer lo abordó y murmuró con él mientras me miraban fijo. El gran hombre se acercó diciéndome, “¡Muestre a ver!”. Levanté de forma automática la mano. El hombre la sujetó y arrancó con un movimiento rápido el anillo y el reloj. Nuestros ojos se dijeron el resto. En seguida salí con Margarita atropelladamente del lugar. Esperamos mudos el carro en la puerta. Pudo ser que yo era presa de las sensaciones de culpa de la primera vez, y por eso sentía caer del cielo la maldición para aquellos que pagan la cuenta de un adulterio con su argolla de matrimonio.




DESPERTARES

Durante tres días, Chánom musitó su mantra con una sonoridad especial, deteniéndose sólo para refrescarse con el agua que le daba su discípulo. 

Sostuvo su expresión confiada y santa mientras esperaba su próximo paso en el camino de la purificación. En el ambiente estaban las palabras dulces y casi inaudibles con las que contó las experiencias en múltiples vidas pasadas y cómo alcanzó el alto nivel de perfección que emanó para su discípulo. Este, inmóvil, estuvo al lado del lecho del maestro arrullado con su sonido rítmico. 

¿Cuantos días habían pasado en aquel estado armónico? Era imposible determinarlo. Ahora un sapo entraba al recinto haciendo un ruido que lo despertaba de su letargo y le permitía percibir el hedor de su maestro. La transición había comenzado.




CANCERVERO 

Cuando llegué a las puertas Cancervero estaba allí. A penas me avistó corrió hacia mí emitiendo su terrible ruido. Me quedé inmóvil mientras el perro con sus piernas confundidas caía a mis pies.




GRACIAS AMIGO… 

Los brazos de mi hijo son gigantes. No podría decir cuantos metros caben entre ellos, sobre todo cuando los abre corriendo a buscarme en la estación. Me agacho y abro también los míos para recibirlo en su carrera. El alma se me pone chiquita con su cariñoso contacto. ¿Cómo te fue papá? Pregunta ansioso porque le cuente una historia. Yo lo miro envuelto en el brillo de la tarde y tomo su mano suave y pequeña que me alivia de la dureza del día. Mientras caminamos a la casa y hablamos, oigo el zumbido del tren que se aleja, diciéndonos: “¡…de nada!”.




CALZOMANCIA

Como últimamente Clara practicaba el silencio, incluso con su mirada, me concentré en preguntarle a sus zapatos acerca de las correrías. Estos con su olor, el polvo y los pliegues me hablaban de los lugares visitados y las aventuras. 

Hoy hablo con ellos acerca de por qué Clara no ha llegado. Siento como una punta de tacón que atraviesa mi pecho, pero ninguno sabe decirme que significa. De pronto, en el fondo del zapatero descubro a uno al que le falta el tacón. Me aterro. Lo observo. Es su punta la que está en mi pecho. Una lágrima desobediente rueda por mi mejilla. Clara no volverá.




HIPNOSIS

Ayer en la tarde, tomé su pie y le puse el zapatico, como entre sueños, mirando su rostro hipnotizante sin detenerme en la forma de sus pies. Un momento después, temía que no fueran como los de mi madre o como los míos. Si era algo tan importante, ¿cómo pude omitir verlos?. 

En la noche, se me acercó con una botella de vino. Sirvió en dos copas el líquido obscuro que emanaba un aroma que se confundía con el de su piel. La luz de la noche y la de sus ojos, me arrebataron del mundo. Entre imágenes borrosas, sorbos, besos y orgasmos, sé que besé muchas veces sus pies. 

Ahora, en la mañana, contemplo esos pequeños que salen debajo de las sábanas. No son como los de mi madre ni como los míos, pero son bellos.

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TENSIÓN

Con mi pie firme en un extremo, tenso con el brazo hasta abrir completamente el fuelle. Un leve sonido me dice que la delicada cuña está en su punto. De momento, me llega la imagen del animal que me observaba aquella tarde en que yo era presa del dolor: se acercó, me olfateó y siguió de largo, comprendiendo lo que significan estos fierros traicioneros. Ahora, hay que soltar y retirarse lento. Lento. Lentamente. No sea que me vuele otra mano.

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