MIRADAS
— Abuela, ¿cómo llegaste aquí?
— Fue en otro tiempo, Gaby, cuando dormirse en un avión podía cambiar por completo los planes. Como no tenía claro mi camino, lo que proponía el destino me pareció interesante. Lo primero que vi, los ojos negros y dulces de tu abuela, que me despertaba, me ataron a esta tierra verde, quebrada, rugiente. No sabía que mi espíritu era de Quito, hasta que llegué, por error, un día. Ahora que ella se ha ido, sé qué mirada me espera del otro lado.