AMISTAD

 



Nina voló.  Sus manitos sujetaban la sombrilla que levantó el viento con asombrosa facilidad.  Los gritos de La Boba y los residentes se intensificaron cuando la niña pasó cerca del campanario, donde el sacristán lanzaba manotazos tratando de alcanzarla.  Era increíble que no se soltara.  Muchos la siguieron hasta que se perdió entre las montañas.  Los vecinos volvieron, resignados a la pérdida. Desde ese día que desaparecieron Nina y La Boba, nadie lleva sombrilla, a no ser que vaya con un amigo.

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