COYUNTURA II



Aquí vamos, nueve meses después de que en Colombia recibiéramos el impacto de esta atípica situación: la repentina distopía mundial del 2020. Ya, con las primeras aprobaciones de vacunas en algunas partes del mundo, retoña la esperanza; en Colombia anunciaron que la vacunación comienza en febrero y a nivel mundial se están activando los planes de cada vez más farmacéuticas que han llegado a las etapas donde un uso de sus productos, por lo menos, en un evento de emergencia, es viable. La coyuntura relacionada con la pandemia en unos meses quedará atrás y empezaremos a ver más claramente los efectos de su paso y la evolución que han tenido las situaciones que siempre han persistido en nuestro medio. Es evidente que aparecen oportunidades, “en tiempos de crisis unos lloran y otros venden pañuelos”, sin embargo, hagamos foco en algunos de los riesgos relevantes.


A nivel global, la relación de China con occidente, que ya viene en deterioro hace rato, recibió una estocada adicional; quedó en evidencia una inconveniente dependencia tecnológica y de manufactura que debe ser resuelta en el futuro cercano con consecuencias impredecibles; el desempeño de los organismos mundiales a cargo de la salud resultaron cuestionados y son una muestra de lo que está pasando con los organismos de ese tipo en otros campos; estamos entrando en una época de revisión del orden mundial, cuya transición a algo mejor, no sabemos cuánto se tomará y qué costo puede tener para la humanidad; el retroceso económico que devuelve a muchos años atrás los logros en reducción de nivel de pobreza en muchos países; y la fuerza que ha ganado el discurso alternativo en la política, con la triste tendencia que grandes porciones de población están dispuestas a apoyar personajes manipuladores; la humanidad ha aprendido muy poco de su historia.

A nivel local contamos con las resonancias de lo que pasa globalmente. Aunque “del dicho al hecho hay mucho trecho”, la necesidad de reducir la dependencia de occidente en la manufactura china, podría traer inversiones en nuestra región y en unos años contar con proyectos de manufacturas de muchos tipos; esa oportunidad latente impulsará reformas que buscarán hacer más atractiva la región a esas inversiones y es de esperarse que se den conflictos entre quienes las apoyan y quienes se resistan a ellas; esperemos que el beneficio de la mayoría prevalezca. Un efecto colateral de la coyuntura, que al parecer no ha generado reacciones importantes aún, es la irrelevancia de nuestra ciencia y tecnología para afrontar situaciones como la que pasamos; pueda ser que los programas e inversiones relacionadas con tecnologías se rediseñen y se prioricen, por lo menos en los temas que se discuten a nivel mundial como de mayor importancia; por tomar un ejemplo, en lo ambiental es notable que a estas alturas en Colombia no haya una agenda de energías alternativas agresiva; el tema de la deforestación aún se trate superficialmente y el aprovechamiento de residuos, aunque haya leyes, no opera a los niveles que amerita el problema. La debilidad de los organismos globales es un desastre para países inestables como el nuestro; estamos expuestos al constante abuso de quienes nos gobiernan y debilitan los contrapesos internos; que los organismos globales estén cuestionados reduce nuestra posibilidad de contener los abusos de los poderosos locales; pensemos, por ejemplo, en lo que significan los organismos cercanos a nuestra región, como la OEA, la comunidad Andina de Naciones o la reciente y estéril Alianza del Pacífico, en estos días. Los nacionalismos y otros “...ismos” también tienen su versión local y con resultados comparables, se ven alentados por la legitimidad que sus métodos va obteniendo en el entorno global; estamos en riesgo de profundizar nuestras históricas injusticias sociales con la fuerza que ganan nuestros líderes feudales, de dulce discurso republicano; en perfecta dialéctica, las opciones que tenemos a esos líderes se manifiestan igual de dañinas, por extremas.

Pero a nivel local contamos con mucho más que las consecuencias de las tendencias globales. En nuestro país, por siglos, nos las arreglamos para tener nuestro pintoresco paraíso agitado, y esta coyuntura ayudó con la intensificación de algunos problemas; los niveles de desigualdad aumentaron con la gran cantidad de familias a las que se les afectó su ingreso; el gobierno refuerza su discurso antidrogas usándolo como pretexto para desmontar los compromisos con quienes en las zonas rurales están tratando de vincularse al sistema, mientras favorece a los interesados en apropiarse de terrenos baldíos y a quienes están en proceso de blanquear las hectáreas obtenidas de forma ilegítima en las épocas más intensas de la guerra; cuando se revisan los nombres de personas naturales y empresas comprometidas con los litigios de tierra en Colombia, es imposible no notar en dónde se origina la férrea defensa que hacen esas personas de la gestión del actual gobierno. Impredecible el efecto que sobre la generación de jóvenes va a tener la afectación de su rutina de estudio, ya contando con uno de los niveles más bajos de educación, según las evaluaciones de la OCDE, las consecuencias de lo ocurrido estarán por verse, pero en todo caso no serán buenas. Más leña para el fuego de nuestro bipolar país donde nos movemos entre el paraíso y la “paila mocha”.
... y finalizando este recorrido, como un acercamiento desde lo global a lo personal, debemos continuar disciplinados hasta que el chaparrón de esta pandemia pase. El entorno se vuelve más adverso, por lo que es tiempo de colaborar más, ser más solidarios y juiciosos con la información. Ya conocemos que las redes sociales están intoxicando el tejido social llevándonos por todo lo que pasa como si no fuéramos actores; debemos recuperar nuestras mentes y nuestra comunicación genuina con los otros para afrontar los tiempos que vienen.

Entradas populares de este blog

SECRETO

¡QUIERO SER GRANDE!