¿SER DE DERECHA O IZQUIERDA DEPENDE DE LAS CIRCUNSTANCIAS?
Luis González en la FILBo 2018 mientras hacía la presentación de su libro “El Jefe” ofrecía un concepto interesante sobre cómo era posible correlacionar la orientación de derecha o izquierda de las personas evaluando el nivel de confianza que tienen en los demás. No trataba Luis un asunto estadístico, sino que hacía una observación arriesgada que a primera vista pareciera tener sustento en la realidad.
Recordaba Luis la frase de Rousseau: “El hombre nace bueno y la sociedad lo corrompe” contrastándola con la argumentación de Hobbes: “el hombre es malo por naturaleza”. Luego complementaba diciendo que, de acuerdo a su experiencia, si una persona se identifica con la noción de Rousseau probablemente era de izquierda y si lo hacía con la visión de Hobbes probablemente de derecha.
Puede ser que Luis haga una simplificación de lo que proponían los pensadores que menciona. Sin embargo, vale la pena la observación: Las personas normalmente no van declarando explícitamente cuales ideas prefieren, sin embargo con las actitudes, acciones y lo que opinan de los demás es posible hacerse una idea del nivel de confianza, de conexión con los otros; lo mismo puede decirse sobre si son de derecha o izquierda, es decir, si tienen una tendencia marcada hacia el individualismo o valoran los aspectos comunitarios, aunque exista el problema que ésta posicion pueda ir cambiando de acuerdo a las circunstancias. Sería entonces que las personas viven pensando unas veces que Rousseau tenía razón, un tiempo después una experiencia adversa los convence de que el acertado era Hobbes y así sucesivamente. Al parecer, como las virtudes y los defectos, ser de derecha o izquierda depende de las circunstancias.
Sería interesante poder conocer en qué momento de la vida se establece ese nivel en el que se confia o no en la buena fe de los demás: si es que se nace con una predeterminación o es producto de la programación cultural ya venga esta por la educación o por los palos que da la vida. Puede intuirse que se produce por diferentes factores y que el impulso individualista o comunitarista se va intensificando o atenuando dependiendo del nivel de éxito que se tenga. En general, una persona con problemas es más inclinada a apreciar las acciones de asistencia gubernamental y apoyará a gobiernos que tengan tendencia a implementar esas políticas. Los que están en la cúspide del éxito, tienden a pensar más en la seguridad de lo logrado y aprecian las políticas con énfasis las normas y los castigos. Como la vida es una rueda de Chicago, no es raro que los cambios de opinión sobre cuales políticas apoyar se den más de una vez a lo largo de la vida.
Para finalizar, es bueno observar que como en toda distribución estadística, no faltan los casos extremos de gente pobre que simpatiza con ideas de derecha, los exóticos ricos de izquierda, la reconocida gente que dice ser de izquierda y a la misma vez impulsan acciones fascistas o gente de derecha que lucha por la protección de los derechos humanos. En estos casos, como dice el adagio popular: la excepción confirma la regla.
